sábado, 11 de marzo de 2017

Valencia bien merece una visita

Ya sean Fallas o no, Valencia bien merece una visita. Tiene luz, tiene playa, lugares que visitar, y muchos, muchos, muchos  bares, restaurantes y garitos en los que comer, beber y disfrutar. Vamos a daros cuenta de algunos de los que visitamos nosotros, además señalaremos varios lugares que merece la pena conocer a pocos kilómetros de la ciudad.



El Kiosko

En el entorno del Mercado Central se encuentra este bar restaurante con solera. Es el típico local de barrio, de toda la vida, en el que merece la pena para a tomar una cerveza y unas tapas. No esperéis nada del otro mundo, pero es que tampoco lo pretenden. Sus raciones son correctas y tienen una amplia variedad de bocadillos, y todo ello a un precio más que razonable. Destacamos las puntillas, en ración o en bocadillo, y sus croquetas.


Puntillas

Secreto con patatas fritas

Buñolería el Contraste

Encontramos de casualidad esta churrería chocolatería y acertamos de pleno. En funcionamiento desde 1947, es la única churrería que ofrece buñuelos durante todo el año y son reconocidos en toda la ciudad por hacer los mejores churros y buñuelos. Se encuentra en la calle Ruzafa y pese a que el local es pequeño, dispone de una terraza en la que poder degustar sus productos. 




Horchatería Fabián

Irse de Valencia sin probar la horchata es un delito. Y lugares para probar esta bebida a base de chufa hay muchos y muy buenos, pero nosotros nos decantamos por la horchatería Fabián. El vaso mediano de horchata sale por 2,5 euros, y es una bebida que principalmente se toma en primavera y verano ya que se sirve fresquita Acompañada de buñuelos o fartons entra mejor que bien.
Calle Ciscar 5




También recomendamos la Horchatería Santa Catalina, ubicada en la calle del mismo nombre, y que pasa por ser la antigua de la ciudad. 

Alquería del Brosquil

Naranjas, horchata y como no, paella. Y no necesariamente por ese orden, forman el triunvirato gastronómico de Valencia. Si buscamos degustar una buena paella hay que buscar un restaurante apropiado. Muchos locales tienen en los turistas su clientela mayoritaria, y cuidan poco la calidad de sus arroces. Por ello nosotros, tras asesorarnos convenientemente , nos decantamos por la Alquería del Brosquil. Y vaya si acertamos. No pedimos paella sino arroz con foie, boletus y pato, y resultó estar exquisito. El lugar, ubicado en plena huerta valencia, dispone de un comedor con vistas a los naranjos, que añade aún mayor valor a la experiencia gastronómica.



Mercado Central

El Mercado Central de Valencia es una atracción en sí mismo. Más de 300 puestos de productos frescos en un edificio modernista que bien sea para comprar o simplemente para disfrutar observando los puestos, bien merece una visita. Desde 1996 dispone de servicio de venta on-line.

Foto: guias-viajar.com



Barrio del Carmen

La zona antigua del la capital del Turia es el barrio del Carmen, y allí se concentran numerosos locales para tapear o salir de marcha. La calle Caballeros es el epicentro del barrio del Carmen junto con sus calles adyacentes.


Ruzafa

En pocas ciudades existirá mayor concentración de bares, restaurantes y pubs que en barrio de Ruzafa. Los hay de todos los tipos y clases, para todos los públicos y gustos, pero sobre todo hay muchos. Imposible no encontrar un local que encaje con tus gustos. Enfocado sobre todo al público joven, aunque la juventud es algo subjetivo, así que todo el mundo tiene cabida en Ruzafa.

Foto: traveler.es

Sagunto

A unos 30 kilómetros al norte de Valencia se encuentra Sagunto, una ciudad conocida por su puerto mercantil y que dispone de un anfiteatro y un castillo romanos, además de un barrio de la judería dignos de visitar.


Cuevas de Sant Josep


En la localidad de la Vall d’Uxó se encuentran las Cuevas de Sant Josep, con el río subterráneo navegable más largo de Europa. La visita incluye un paseo en barca donde el guía/barquero explicará las características de la cueva y su historia. La visita dura 45 minutos y cuesta 10 euros. Muy interesante experiencia. 



Para acabar, ahí va una invitación a vivir las mascletás valencianas con una pequeña muestra de lo que vivimos nosotros. Ruido, pólvora y emoción.


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