Habíamos estado el día que lo inauguraron y se puede decir
que no habíamos vuelto entrar. Quizá algún día a tomar una cerveza pero sin
más. Habíamos oído buenas críticas de gente que había estado comiendo o cenando
pero no nos decidíamos a sentarnos a comer. Y eso que se ha erigido en uno de los
iconos de la transformación de Bilbao La Vieja. O quizá por eso. Hasta que
decidimos dar el paso y probar el menú del Dando la Brasa del que tan buenas
referencias teníamos.
Sabíamos que practican lo que se conoce como cocina nikkei,
una cocina que fusiona la gastronomía japonesa y peruana. Ofrece un menú del
día por 14,50 euros en el que se pueden elegir dos platos de la carta y un
postre, más una copa de vino, agua o refresco.
Se trata en todos los casos de platos muy elaborados, muy
bien cocinados y con una presentación muy atractiva, nada que ver con los menús
del día tradicionales. Estábamos tres personas y quisimos probar la mayor
cantidad de platos posibles, así que pedimos cosas distintas para compartir.
Primeros:
Nos dijeron que serían una especia de nachos caseros y
resultaron ser crujientes de yuca, plátano macho y boniato. Dorados y fritos,
sobre una cama de queso fundido y con guacamole y chipotle para untar. El queso
era abundante aunque se quedó frío pronto.
-Milanesitas de pato, ají amarillo y crunchy de polenta.
Filetitos de carne de pato empanados, presentados sobre una
base de polenta crujiente, mayonesa de ají amarillo y una pipeta con una crema
de wasabi para añadir al gusto un toque picante.
-Mini verduritas a la brasa, muzzarella de búfalla, con
pesto de kikos y cenia de sésamo.
Verduras a la plancha, que incluían espárragos trigueros,
zanahorisa, brócoli, coliflor, maíz enano y mozzarella, aliñado con un pesto de
maíz tostado y sésamo. Muy bien cocinadas, con un punto de asado que permitía
disfrutar de todo su sabor y de una textura interesante.
Segundos:
-Black cod marinado en miso, láminas voladoras de bonito
ahumado y mini zanahorias.
Es uno de los platos estrella del local y con razón. Pese al
nombre, black cod, bacalao negro, no pertenece a la familia del bacalao. Se
trata un pescado de carne suave y blanca cuyas lascas se separan con facilidad.
El marinado en miso le confiere un sabor intenso. Las láminas de bonito
ahumado, tan finas como el papel, parecían querer salir volando del plato, que
venía completado con mini zanahorias cocidas y algas de un verde intenso que
potenciaban aún más su sabor marino.
-Tataki de atún rojo con quinoa, aire de soja, mini
calabacines y huevas de pez volador.
Generosos trozos de atún rojo que conservaba la intensidad
del color de su carne por dentro y la costra tostada del exterior. La quinoa,
también tostada, aportaba un toque interesante al pescado, que veía potenciado
su sabor con la espuma de soja. Las huevas de pez volador, de un rojo
llamativo, también aportaban su toque marino.
-Vacío de ternera, trigueros, quinoa y chips de plátano
macho. (parte baja de la costilla donde no hay hueso).
Dos tacos de vacío, un corte de carne argentino que se
corresponde con la parte baja de la costilla, que resultó ser lo menos
sorprendente de la comida. La carne resultó seca y un tanto dura. No cumplió
las expectativas creadas por el resto de platos.
Postre:
-Mango, papaya, yogur griego, coco y peta zetas.
Un postre que combina la frescura de la fruta, con la cremosidad del yogur y la sorpresa de los peta zetas explotando en la boca. Boom!
-Alfajores de dulce de leche, higo y barquillo.
Los alfajores rellenos de dulce de leche te incitan a comer uno tras otro.
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