viernes, 4 de octubre de 2013

Pimientos del piquillo, de Navarra, de dónde si no

Llegado el otoño es época de pimientos del piquillo, manjar donde los haya, delicatessen de la huerta navarra, porque tiene que ser de Navarra, de la Ribera navarra.
A continuación desarrollaré el proceso de asado y embotado del pimiento del piquillo para conseguir una conserva de la que disfrutar a lo largo del año.
Lo primero, lógicamente, es recoger el pimiento, por lo que desde aquí quiero reconocer la no siempre suficientemente valorada labor de los agricultores y labradores que dedican su vida a llenar nuestra despensa y a proveernos de manjares inigualables. Existe una amplia variedad de pimientos, siendo los del piquillo los más apreciados por la delicadeza de su carne y su exquisito sabor.


Pimientos del tamaño justo y coloraos, madurados al sol, como debe ser. En su punto justo para ser asados.


Se colocan en una superficie lisa y se procede a su asado. Antiguamente se hacia con leña o carbón pero hoy en día se utiliza una especie de soplete de gas de boca ancha que facilita y agiliza mucho el proceso, además de ser más limpio y menos engorroso. También se pueden asar en el horno de casa pero el proceso es mucho más lento y depende de la cantidad de pimientos que vayamos a asar, mucho más caro. Hay que asarlos hasta que queden totalmente negros. El resultado:


El siguiente paso, una vez se templen. es proceder a pelarlos y quitarles toda la superficie ennegrecida, así como el rabo y las pepitas La piel se desprende fácilmente una vez asados y para quitar el rabo podemos ayudarnos de un cuchillo.


Después se pasan por agua para eliminar cualquier resto de piel que haya podido quedar y quitar las pepitas del interior del pimiento. También se puede hacer con un paño para tratar de conservar la mayor cantidad de propiedades organolépticas del pimiento, algunas de las cuales se pueden eliminar al mojarlos. 


Por último se meten en los botes y al final se añade un poco del líquido que ellos mismos generan. Se cierran las tapas fuertemente y a conciencia y se meten en una olla cubiertos de agua para que hiervan a fuego lento durante aproximadamente 15 minutos. De este modo conseguimos acabar con los microorganismos y las bacterias y evitar el botulismo. 


Tras este proceso el resultado no puede ser más satisfactorio. Ahora solo queda disfrutar de ellos. 


Personalmente me gustan cortados en tiras con las manos, no con cuchillo ni tijera, y cocinados a fuego lento en una sartén con un poco de aceite de oliva y ajo muy picado hasta que se cree una salsilla un tanto espesa. Exquisitos como acompañamiento de casi cualquier cosa, huevos fritos, tortilla de patata, un buen chuletón, o simplemente con una barra de pan. Lo dicho, delicatessen de nuestra tierra. 
Sólo se me ocurre un pero, una vez probados estos pimientos, cualquier otro que probemos nos parecerá de menor categoría. 




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